Para superar con éxito las actitudes que puedan producirse en el niño
ante el cambio de situación, no hay una receta única, pero si una
serie de pautas por las cuales nos podemos guiar. Ante todo debemos
TRANQUILIZAR al niño, sin engaños, pero sin caer en la trampa de que
si entra llorando quedarnos hasta que deje de hacerlo, porque no
comprenderá la situación, ni aprenderá a solucionarla en el futuro.
Por ello, antes de entrar (sobre todo la primera vez) le dejaremos
claro cuándo se le va a recoger y dónde va a estar el adulto. Tampoco
alargaremos la DESPEDIDA, ya que es un momento fundamental en la
adaptación, y si el niño lo pasa mal en ella ¿por qué alargarlo?
Cada niño necesita que este periodo se realice de manera diferente, por ello, durante esos días ofreceremos un clima cariñoso y comprensivo para que se pueda crear, con pautas sencillas y actividades una propuesta de actividades básicas muy agradables para el niño, para que esta fase adaptativa sea lo más tranquila y enriquecedora para todos. El espacio y la distribución del tiempo han de orientarse hacia el juego en común y la socialización con los docentes y resto de los niños.
Cumpliendo todos con nuestro cometido, facilitaremos todos juntos a que los niños crezcan ante esta nueva situación, e incluso luego, aparezca el efecto contrario y no quieran irse con sus papás.
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